Rufino del Carmen Arellanes Tamayo nace el 26 de agosto de 1899, en la ciudad de Oaxaca, en una familia de indios zapotecas.
1910
Huérfano, en 1911 se traslada, con su tía Amalia, a la
ciudad de México. Ingresa como alumno regular a la Escuela Nacional
de Artes Plásticas, donde comienza su vida de pintor
1920
La iniciación de Tamayo coincide con el apogeo de la pintura
mural mexicana, Tamayo decide no repetir a otros y busca no reducir su
arte a una forma más de la retórica política. Opone
al estilo nacional un estilo personal La pintura de su primer periodo tiene
composiciones que revelan su afinidad, inevitable y natural, con la pintura
de la época. Pronto se alejará de ella, Su incursión
en el campo de la gráfica va de la mano con las posibilidades de
la experimentación.
1930
Entre 1926 y 1938, Tamayo pinta naturalezas muertas y paisajes urbanos
en linea con Cézanne: Escuela de Composición. Por ese camino
llegará después a Braque. No es pintura cubista; es una de
las consecuencias de ese movimiento. Otras telas de esos mismos años
aparecen con una inspiración, más libre y lirica, definida
con la exaltación por el color de la vida cotidiana. Sensualidad
más que erotismo: Matisse, pero aunado a la exasperación
y ferocidad ausentes en el maestro francés. Durante estos años,
su labor gráfica tiene un alcance internacional.
1940
Primer gran periodo creador Coincide con su estancia en Nueva York
cerca de veinte años. En 1949 viaja por primera vez a Europa y expone
en París, Londres, Roma, entre otras ciudades de ese continente.
Es en esta década donde surgen los verdaderos contemporáneos
de Tamayo: Dubuffet, Fautrier Bacon, Balthus y Willem De Kooning, con los
que comparte más afinidades que con Matta y Lam. En estos ands pinta
una serie de telas violentas, a veces sombrías, otras exaltadas
y siempre intensas y reconcentradas. Es aqui donde
Tamayo descubre la facultad metafórica de los colores y las
formas, el don del lenguaje Que es la pintura. El cuadro se convierte en
la contrapartida plástica de la imagen poética, no en la
traducción visual del poema verbal como en los surrealistas, sino
en una metáfora plástica: un arte de la transfiguración.
El sitio de Tamayo y sus signos al empezar una exploración del mundo
de la pintura son puntos de partida hacia sí mismo.
1950
Tamayo ha consolidado su fama y reputación. En los primeros
años de esta década, finaliza los murales Nacimiento de nuestra
nacionalidad, México de hoy, Homenaje a la raza india, La noche
y el dia, Naturaleza muerta, América y dos versiones de Prometeo.
Al finalizar la década, retoma el quehacer gráfico y aprovecha
los avances técnicos para imprimir en la obra seriada una insólita
delicadeza y una sorprendente originalidad, otorgando a sus formas una
gran elegancia. La litografia es para Tamayo una técnica acorde
a su sensibilidad y también un campo de innovación.
1960
En 1964 Tamayo regresa definitivamente a México. Finaliza seis
murales más, entre los que se encuentra Dualidad el cual ha devenido
en un icono del arte mexicano. En la gráfica sus últimas
creaciones revelan un gran refinamiento.
1970
Creación pictórica y gráfica corren paralelas.
En pintura elimina lo superfluo, con inteligente disciplina ordenadora
y depuradora. En la gráfica introduce diversos materiales y usa
el collage logrando ilimitadas posibilidades en la textura y calidad de
sus obras, A mediados de la década, comienza a experimentar con
un nuevo proceso llamado mixografía, en los talleres de Luis Remba.
Ambos diseñan nuevas herramientas y maquinaria especial, con lo
que integran color y textura, que se fusionan al papel, convirtiéndose
en sustancia y parte del mismo.
1980
El rigor plástico y la imaginación que transfigura el
objeto son los polos que definen la pintura de Tamayo. La compleja síntesis
a la que ha llegado el artista incluye el arte precolombino, el arte popular
y las vanguardias del siglo, Trabaja la serigrafía, potencializando
la fuerza del color creando contrastes insólitos, que no existían
en esta técnica tan limitada, La última etapa del artista
puede sintetizarse en un comentario de Octavio Paz: "el elemento reflexivo
es la mitad de Tamayo, la otra mitad es la pasión que nunca se degrada...
la belleza no es proporción ideal ni simetría sino carácter
energía, ruptura: expresión",
1990
Termina el que será su último cuadro: El muchacho del
violón. Muere el 24 de junio de 1991, Sus restos descansan en el
museo que lleva su nombre, Deja inconcluso un retrato de mujer Tamayo había
expresado: "En cierta forma toda mi obra habla de amor llegué a
la conclusión de que el amor es la mejor razón para vivir...
amor en un sentido... universal: amor a la naturaleza, a los objetos, al
trabajo mismo... contemplo la tierra y el espacio, observo pinto y siento
que va surgiendo en mí un gran amor".